La paradoja del año 2000

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La paradoja del „año 2000“:
por qué el futuro fue diferente

Hace cincuenta años, pensadores como Karl Marx y John Maynard Keynes imaginaron un futuro en el que la automatización y el progreso tecnológico liberarían a la humanidad del trabajo monótono. En cambio, vivimos en un mundo donde el crecimiento económico, la crisis climática y la desigualdad social están inextricablemente vinculados. ¿Por qué fracasó esta visión y cómo podemos recuperarla?


La utopía de ayer

En la década de 1970, muchos creían que los robots y las máquinas asumirían la mayor parte del trabajo para el año 2000. Se suponía que la riqueza social estaría distribuida de manera equitativa, y las personas tendrían más tiempo para la familia, los amigos y los intereses personales. Sin embargo, la realidad es diferente: hoy dominan la precariedad, las largas jornadas laborales y una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres.


Por qué la historia tomó un rumbo diferente

Los requisitos técnicos para una sociedad más justa existen desde hace mucho tiempo. Sin embargo, fallos sistémicos han llevado a que el crecimiento genere principalmente ganancias para unos pocos. Según el informe de Oxfam de 2023, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante. Las ganancias de capital crecen más rápido que los salarios, y la concentración de riqueza sigue aumentando.

El problema no solo radica en la desigualdad, sino también en las consecuencias del crecimiento para nuestro planeta. La producción de bienes, que a menudo alcanzan solo la mitad de su vida útil potencial, impulsa el consumo de recursos y las emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), tres cuartas partes de las emisiones globales provienen de la producción y el transporte de bienes.


El crecimiento como callejón sin salida

La idea de que el crecimiento económico crea prosperidad para todos ha demostrado ser una ilusión. En cambio, conduce a la sobrecarga de los ecosistemas y al agravamiento de las tensiones sociales. Incluso soluciones supuestas como el „crecimiento verde“ o las energías renovables no pueden resolver los problemas. En 2021, solo alrededor de una quinta parte del consumo mundial de energía final provino de fuentes renovables; el resto aún depende de los combustibles fósiles.

Además, el crecimiento a menudo se logra mediante prácticas destructivas como la exportación de armas o la obsolescencia programada. Mientras la maximización de ganancias siga siendo el objetivo final, las guerras y la destrucción ambiental continuarán.


Una alternativa: la „Revolución del Dar“

Si queremos dejar un futuro habitable para nuestros hijos, debemos desvincular el sistema financiero de la economía. Una solución radical pero posible sería una „Revolución del Dar“: una huelga general global en la que las personas sigan trabajando pero rechacen la compensación monetaria. En ese momento, los bienes y servicios perderían su valor financiero y podrían estar disponibles gratuitamente para todos.

Esta idea puede sonar utópica, pero se basa en un principio simple: ya producimos lo suficiente para satisfacer a todos. El problema radica en la distribución. Al negarnos a trabajar por dinero, podríamos obligar al sistema a desarrollarse de manera sostenible y para el bien común.


Benharmonia: una visión para el futuro

¡Imaginen algo completamente diferente! Una sociedad no basada en la codicia y la competencia, sino en la armonía y el bien común. Sin embargo, mientras este algo no tenga nombre, no podemos imaginarlo. Términos como socialismo, comunismo o poscapitalismo están desacreditados o son difíciles de entender. Incluso „decrecimiento“ o „ecosocialismo“ son abstractos y difíciles de comprender para muchos.

Lo que deseamos es una sociedad buena y armoniosa, ¿verdad? ¿Por qué no la llamamos Benharmonia? Este nombre es simple, positivo y comprensible en la mayoría de las culturas e idiomas. Benharmonia representa un mundo en el que nos regalamos mutuamente, compartimos recursos y cuidamos colectivamente el bienestar de todos.


El poder de la humanidad

Ya hoy, una gran parte de nuestras vidas transcurre más allá de la lógica de la codicia. En las familias, las amistades y las iniciativas de la sociedad civil, nos regalamos tiempo, apoyo y recursos. ¿Por qué no extender este principio a toda la sociedad?

La „Revolución del Dar“ y la visión de Benharmonia no serían un paso fácil, pero son posibles. El requisito es que nos organicemos globalmente y actuemos juntos. Un primer paso podría ser un día de acción mundial en el que las personas rechacen demostrativamente la compensación monetaria y comiencen a regalarse mutuamente.


Conclusión: el futuro está en nuestras manos

Los últimos 50 años han demostrado que el crecimiento económico no es una solución para los desafíos de nuestro tiempo. En cambio, necesitamos un cambio radical hacia una sociedad basada en la cooperación, la sostenibilidad y el bien común. La „Revolución del Dar“ y la idea de Benharmonia son visiones que pueden guiarnos. Depende de nosotros hacerlas realidad.

Esta «revolución de dar» podría producirse este mismo año, por ejemplo en Semana Santa, el 1 de mayo o en Acción de Gracias.
Lo importante es difundir el mensaje con suficiente rapidez entre todas las personas.

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Español: https://letusbe.one/acabar-capitalismo/
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Aquí hay un ensayo entretenido y fácil de leer con la solución detallada (10 minutos de lectura):

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Berlín, 02/02/2025

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