El término “desacoplamiento” es muy popular entre políticos y economistas. Todo el mundo habla de desacoplar el crecimiento económico y el consumo de la naturaleza, aunque por el momento es difícil imaginar cómo podría funcionar.
También se podría pensar en desacoplar la economía mundial del sistema financiero. Al fin y al cabo, el sistema financiero es la causa del crecimiento económico porque hay que ganar intereses. Tras la disociación, el crecimiento ya no sería necesario.
El requisito previo es que la economía no deje de producir. Pero como en la economía global sólo trabajan personas, esto no sucederá. Esto se debe a que el trabajo es una propiedad que nos distingue de los animales. Esta propiedad no desaparece si se desacoplan los sistemas. Por tanto, se seguirá produciendo lo que la gente necesita a diario. Al fin y al cabo, de eso se trata. Y eso sería mucho menos de lo que se produce hoy para generar crecimiento. Como resultado, los objetivos climáticos a largo plazo se alcanzarían inmediatamente y los recursos naturales se explotarían mucho menos.
Hace cincuenta años, el sistema financiero tenía derecho a existir. Pero hoy se podría producir en tiempo real, es decir, se podría conectar la estantería de venta directamente con la fábrica a través de Internet. Así sólo se produciría lo necesario.
Especialmente en el Norte global, hoy vivimos en la abundancia, por lo que el mercado ya no es necesario como instrumento de asignación. Hoy sería importante que lo que se produce se distribuya equitativamente. El mercado y el dinero son las herramientas más inadecuadas para ello. Lo vemos claramente en la desigualdad cada vez mayor en el mundo.
El sistema financiero no tiene ningún valor material, es una cantidad puramente simbólica con la que se intenta representar el valor de los bienes. Tras desvincularse de la economía, esta cantidad simbólica podría simplemente desaparecer sin afectar negativamente al valor real de los bienes.
Un desencadenante de este proceso podría ser la abolición global de la deuda. En silencio, casi toda la humanidad lo desea. Al fin y al cabo, cada familia de cuatro miembros en España carga con unos ciento veinte mil euros de deuda nacional. El mayor efecto, sin embargo, sería el establecimiento de la justicia entre el Norte global y el Sur global. Bastaría con iniciar un referéndum mundial para abolir todas las deudas. Ni siquiera costaría mucho, probablemente bastaría con el boca a boca.
Pero, ¿qué pasaría si simplemente se suprimiera todo el dinero al mismo tiempo que la deuda? Entonces lo tendrías todo gratis. Al acreedor también le saldría todo gratis, igual que al multimillonario o al vagabundo. Por tanto, no habría ninguna desventaja. ¡Para nadie!
Creo que la “desvinculación de la economía y el sistema financiero” sería una propuesta que podría plantearse a los políticos y que sin duda podría debatirse. Esto podría hacerse en un año, por lo que es una solución a corto plazo para los mayores problemas globales del cambio climático y la desigualdad.